Ha sido imposible seguir. La expedición del Grupo Militar de Alta Montaña (GMAM) de Jaca se retira del Honbroc Peak. Las condiciones meteorológicas han sido adversas. Y no precisamente por el frío y la nieve. Todo lo contrario, por el calor y la lluvia. La inseguridad en el progreso por el glaciar ha sido determinante para tomar la decisión.
Esas condiciones habían puesto muy difícil cruzar el glaciar formado por dos barreras de seracs, tremendamente inestables. Se evaluaron alternativas de acceso teniendo en cuenta que quedaban pocos días para seguir sobre este terreno y sólo se vio una posible. Pero solo en teoría. Había que remontar otro glaciar al sureste de un pico de nombre desconocido de 5.589 metros de altitud que se une al Honbroc por la arista opuesta a la elegida originalmente.
Los 11 alpinistas abordaron la cuestión con un plano de la zona y la experiencia de dos semanas en el valle. El objetivo era llegar al collado de acceso al valle que finaliza en la cara sur del Honbroc Peak. Desde este collado intentarían subir a ese 5.000. Una montaña preciosa y estética que domina el circo del Honbroc desde su lado este. Además, no se tiene información de ningún ascenso.
Y es que desde que llegaron al Karakórum, los militares han tenido a la meteo en su contra. Las condiciones siguen sin ser las más propicias para moverse sobre este terreno con temperaturas anormalmente altas y precipitaciones en forma de agua prácticamente todos los días.
Buscaron una alternativa. Remontaron una barrera de seracs sorteando grietas abiertas pero francas hasta situarnos bajo la segunda barrera. Las condiciones son pésimas. Calor increíble a más de 4600 metros de altitud, derrumbamientos, agua corriendo y desprendimientos de piedras de los laterales del pico. Así las cosas toco renunciar a seguir progresando.
Aún buscaron otro paso. Y lo encontraron para progresar de forma más tendida pero la cantidad de grietas y las condiciones de la nieve, muy precarias, dejaban los puentes de nieve realmente débiles, provocando que la progresión fuera más lenta de lo esperado, impidiéndonos alcanzar el collado en un día.
A 5.000 metros montaron un vivac, pero siempre atentos al desprendimiento de piedras, que era una constante. Durante la noche, a los derrumbamientos lejanos y permanentes, se sumó una precipitación constante en forma de agua con una temperatura muy elevada para la altitud en la que se encontraban.
La mañana los recibió con una sorpresa mayúscula. Un gran bloque que estaba en un lateral y a simple vista estable se movió aplastando una de las mochilas y dejando un casco inservible. Así las cosas tocó descender. Y tampoco fue fácil. Hubo que superar un gran número de grietas que cruzaron por exiguos puentes de nieve. Y es que como señalan en un comunicado: «Volvemos todos y sanos, volvemos más cohesionados, y nuestras Unidades de Montaña están técnicamente mucho mejor preparadas. Hemos estado absolutamente solos, en un terreno virgen y sin apenas información. Hemos aprendido mucho, enfrentándonos a imponentes glaciares sin percances, con nuestros conocimientos, experiencia y formación. Ahora sabemos movernos mucho mejor en este terreno y ambiente, somos capaces de optimizar mejor nuestro material, organizarnos como equipo para acometer un objetivo de este calibre, conocemos los pasos a seguir, que equipos de trabajo montar. Todo esto, no se perderá en el olvido».